Sí, lo sabemos... Somos perfectamente conscientes que después de dárnoslas muy de "Señoritas Importantes" allá por abril cuando inauguramos esta web... No le hemos hecho ni puñetero caso. No nos lo tengáis muy en cuenta ;) Era previsible que esto pasara...
Ya sabéis que yo no soy muy de tecnologías, (no miento si digo que quiero llorar cada vez que sale una actualización nueva de Mac...), así que lo de tener que aprender a manejar un interfaz nuevo, con un nuevo programa de maquetación a principios de temporada con una cola de trabajo que no había hecho mas que empezar... Digamos que se me hacía bola... Así que poco a poco y después de mucho practicar el mal vicio de la procrastinación, aquí estoy unos 9 meses después, alumbrando el que será mi primer post (que "tan solo" me ha llevado 7 horas).
Así que además de pedir perdón queríamos aprovechar para daros las gracias, porque aunque no actualicemos el blog todo lo que nos gustaría, INSTAGRAM se ha convertido gracias a todos los que nos seguís en nuestra pequeña ventana abierta al mundo. Un diario de abordo, un pequeño cuaderno de bitácora en el que teneros informados de toda la locura en la que se ha convertido Días de Vino y Rosas. Gracias a las más de 25.000 personas que nos seguís. ¡Sois lo más!
Este 2017 hemos recorrido literalmente toda la península, de punta a punta. Y aunque viajar sea una de las mejores cosas de nuestra profesión, nos hace darnos cuenta de algo que siempre decían nuestras abuelas, y que uno no valora hasta que no ha hecho una media de 5 maletas al mes, pernoctado en un aeropuerto o tenido una discusión acalorada con la señorita del GPS... Que "como en casa en ningún lado". Y eso mejor que nadie lo sabe nuestra querida Irene, que tuvo que escapar a Alemania en busca de un futuro laboral más alentador que el que le ofrecía España en aquel momento. Allí conoció a Wolff, un alemán poco ortodoxo con un acento chileno totalmente adorable, y... Así es como comienza esta historia de amor.
Así que aunque fuera por unos días, quizás los mas emocionantes de su vida, Irene volvió a casa, a su Asturias, con su verde y su lluvia, porque todos sabemos que no hay uno sin lo otro. Y aún a pesar de esta, Irene y Wolff no dejaron de reír, de disfrutar, de bailar, de sentir, de brillar... En resumen, de vivir ni un solo segundo de su "vuelta a casa", de su gran día.
Así que cuando esa misma noche volví a mi casa a dormir, solo pude pensar en que me encantaría darle una palmada en la espalda al destino y felicitarle por su buen trabajo, y por haber hecho que estas dos personas maravillosas se encontraran la una a la otra para hacerse sentir cada día como en casa.